Yãmûr, sin embargo, dice del Bodrovium que es inconmensurablemente pequeño. Es el Bodrovium temible enemigo de los Grifos, a los que infesta sin misericordia, absorbiéndoles hasta la última gota de sangre del cuerpo. Tan singular bestia, retorcida de dolor hasta ser consumida, no acierta a comprender qué es lo que le priva de las fuerzas y el vuelo, forzándole a permanecer en tierra como un inmenso fardo de rocas sin volición. Nace el Bodrovium en las insalubres aguas del mar de Actium, donde medra en espera de que su víctima se acerque a beber. Invisible y lleno de artimañas, se esconde, fingiendo inocencia. Bien ha dicho de él el Profeta, respecto a la peligrosidad de su naturaleza: “Dixistis enim: Percussimus foedus cum morte et cum inferno fecimus pactum:flagellum inundans sum transierit, non veniet super nos, quia posiumus mendacium spem nostram et in fallacia absconditi sumus”. Esta inocencia es un símbolo de la divinidad: así puede leerse en el ´Ajã´ bû-l-Makhluquat: “…Al grifo, encarnación del enemigo, del maligno que nos aparta de Él (loado sea su nombre), lo inquieta la presencia de lo invisible, lo amenaza la sola idea de su existencia”. El Bodrovium simboliza la presencia infinita de la palabra de Dios, que es el arma que esgrimimos frente al Diablo. Y este animal insignificante en tamaño no representa otra cosa que la virtud divina de la humildad, que puede contra el más temible de los adversarios. Así como David venció al infame Goliath, el Bodrovium habrá de vencer al Grifo, que encarna al demonio.
Dicen además las páginas ocultas de De Bestiis sobre el Bodrovium: “Infinitamente diminuta, esta inmunda bestia posee garras en sus dos manos frontales; son tenazas con las que cercena las entrañas de su enemigo. Varias patas le pueblan los costados; nadie adivina aún cuántas. Su móbil es el agua, su alimento el fulgor ígneo de la sangre y los zumos vitales. Una vez dentro del cuerpo que ha escogido habitar, su luz, su acción corruptora se multiplicará y no podrá ser detenida. Su influencia será invisible. Tal como el espíritu de Dios al inflamar un alma extraviada, haciéndola retomar el buen camino”.
APL. Cartas a ti y a Nadie. La imagen es de Ambroise Paré, quien en el siglo XVIII (en su célebre "Monstruos y prodigios") pudo haberse inspirado en la citada descripción del Bodrovium, misma que fue hallada manuscrita y en hoja suelta al interior de una temprana copia árabe de El Fisiólogus.
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