Cada año, alrededor de julio y septiembre, aparecen en los mercados marchantas sentadas frente a un canasto
rebosante de nueces de Castilla. Al golpearlas con una pequeña escuadra metálica quiebran sus cáscaras y exponen su interior encefaliforme, imagen y sonido que nos hace darnos cuenta
de que llegó la temporada de Chiles en
nogada. Es entonces también cuando, inmersos en el torbellino de las redes
sociales, aquellos que se ven atrapados en la duda que genera la interacción de
tiempos y los hechos míticos con la cruda realidad –por cierto nada interesante– se
ven conminados a preguntarse: ¿Quién inventó los chiles en nogada? ¿De verdad
los comió Agustín de Iturbide? ¿Representan sus colores su bandera de las tres
garantías? ¿cuál es la receta “original”? ¿Se capean o no? ¿Alguna vez fueron postre?.
Llevo tantos años
recordándole a la gente que el relato de Iturbide es un mito y que éste no se
corresponde ni con la historia ni con la realidad, que ya se me han quitado las
ganas de seguirlo machacando. Por ello, y para variar, esta vez lo que pretendo
es recomendar libros y textos que apoyan una y otra vertientes del relato (el
mito de Iturbide y la versión histórica) para que quienes lo lean formen su
propia opinión y generen sanos juicios de adultos.
Antes de ir adelante debo
decir que la controversia es lógica y hasta cierto punto normal. Es probable
que no exista un país en el mundo que no recurra a la mitología para fundamentar su identidad gastronómica. Los mitos al comer son necesarios porque
dotan a los alimentos y a las mesas de una auténtica y propia narrativa; los
rodean de un halo de cultura, de antigüedad, de validez culinaria y con ello de
un rostro propio que contribuye cotidianamente a construir el de nuestras
sociedades. Si los alimentos no tuvieran los significados que construimos, deseamos
y veneramos ¿a qué sabrían? ¿para qué servirían? ¿para qué sería útil
otorgarles temporadas? Esa es, y no otra, la magia del rito: su capacidad para
repetir periódica y cíclicamente lo que recita el mito y ofrecer a sus usuarios
una sana recordación de lo que son.
En el caso que nos interesa el mito de los chiles en nogada puede
resumirse (con leves variantes) como sigue:
“Los chiles en nogada son un platillo barroco. Se capean o rebozan. Sus
colores representan la bandera de México y la primera vez que se sirvieron fue
en 1821 a Don Agustín de Iturbide A) en un convento de monjas poblanas o B)
para conmemorar su onomástico o la victoria de su ejército que dio como resultado
la Independencia en casa de unas hermanas poblanas que lo admiraban mucho”
Si lo que deseas es mantener a salvo tu visión nacionalista, reafirmar
lo que narra este mito y conocer textos que lo den por verdadero o fidedigno al
contextualizar en lo posible la ingesta de chiles en nogada por Iturbide en un
convento o festejando su santo en casa de unas hermanas un 28 de agosto, esta es
una lista extensa (mas no exhaustiva) de los libros que debes leer:
Mesa soberana de Martha Chapa y Alejandro Ordorica. Un
libro totalmente prescindible sobre el contexto de la cocina mexicana del siglo
XIX.
La cocina mexicana de
Socorro y Fernando del Paso. El libro fue escrito para un público francés y no tiene otras
pretensiones que ilustrar la cultura y la gastronomía mexicana en un país
ajeno. Perpetúa el mito de Iturbide, sí, pero con un fin claro de divulgación.
Gastronomía de José N. Iturriaga.
Como parte de la colección “Historia ilustrada de México”, un proyecto
editorial claramente nacionalista, es natural que el mito de Iturbide aparezca
como “histórico”.
Encuentro de dos fogones de Paco Ignacio Taibo I.
El autor advierte que el suyo no es un libro de historia. En sus páginas se
repite el mito del ejército trigarante y los chiles servidos al emperador en
Puebla.
Con sabor a Patria de Martha Chapa y Fernando Ordorica. Este es quizás el más mediocre
de todos los libros que hablan del mito de Iturbide. Si bien se trata de un
libro de cocina con recetas diversas de chiles en nogada, Ordorica hace un
intento cuasi histórico en el que expone las diferentes variantes del mito,
pero no se atreve a cuestionarlo.
Historia de la comida en
México de Armando
Farga. Un clásico de la gastronomía mexicana que reproduce el mito de Iturbide
y tiene el acierto de indicar su fuente, quizás la original. Farga le atribuye
el mito, sin cuestionarlo tampoco, a Agustín Aragón Leyva. Farga, sin embargo,
introduce un dato curioso: los chiles en nogada no fueron valorados en México
sino hasta 1930, cuando el célebre cineasta ruso Sergei Eisenstein los ponderó
como “lo más delicioso que había degustado en su vida”.
Diccionario enciclopédico
de la Gastronomía Mexicana de Ricardo Muñoz Zurita. Fiel al nacionalismo gastronómico, el autor
repite el mito de Iturbide como si se tratara de un ingrediente más de la
receta, sin el cual no le sería posible existir.
El Universo de la cocina
mexicana de María
Stoopen. La autora bebe de fuentes secundarias y repite el mito, aunque con
cierto tiento y temor a afirmar algo que no podía probar. Sin embargo, tampoco
lo niega.
Los chiles rellenos en
México, Antología de recetas de Ricardo Muñoz Zurita. Edición bilingüe que contribuye a la
difusión internacional del mito de Iturbide. El texto repite casi letra por
letra, y sin poner en duda nada, la entrada sobre chiles en nogada de su
diccionario enciclopédico.
Larousse de la cocina
mexicana de Alicia
Gironella d’Angeli. Es natural que este libro reproduzca el mito de Iturbide,
ya que su publicación representa una autorizada versión de la cocina mexicana,
que poco significaría sin la cultura que los rodea, cualquiera que sea su
naturaleza.
Ahora bien, si lo que deseas es cuestionar los mitos históricos
relacionados con los chiles en nogada, situarlos en la década de 1930 y conocer
los serios rastreos que sobre esta receta patrimonial se han realizado en
múltilples recetarios antiguos, literatura de época y archivos documentales
relacionados con la gastronomía, la lista de libros y fuentes que puedes
consultar se reduce:
Nacionalismo culinario. La cocina mexicana en el
siglo XX de José
Luis Juárez López. En este libro el autor profundiza en la búsqueda de las
raíces de lo mexicano utilizando fuentes poco convencionales y descubriendo
que, de la manera en que las vemos hoy en día, éstas resultan ser más modernas
de lo que se sospechaba. La receta actual de los chiles en nogada no puede
rastrearse antes de la década de 1930, y no, no existe posibilidad histórica de
que se los hayan servido a Agustín de Iturbide.
Engranaje culinario. La
cocina mexicana en el siglo XIX de José Luis Juárez
López. El autor confirma la imposibilidad histórica del mito de Iturbide al
indagar en antiguos recetarios, comparar preparaciones e ingredientes y
contextualizar históricamente el fenómeno de los chiles en nogada.
Efectivamente, estos aparecen en las fuentes del siglo XIX, pero en modo alguno
se parecen a la receta que hoy se venera y reproduce como “original” en México.
Chiles ficcionales
(perdón, nacionales) de Alberto Peralta de Legarreta. En este artículo se hace una revisión
de la literatura desmitificadora y se agregan líneas sobre el simbolismo
patriótico que a estos chiles les fue otorgado a lo largo de los últimos 90
años. Se puede consultar en Revista Bicaalú 88, septiembre 2017 o en este mismo blog.
“Los chiles en nogada, entre la cocina y el mito” por José Luis Juárez
López. Este artículo constituye un rastreo de las fuentes históricas sobre los
chiles en nogada, sus variantes y posibles orígenes del mito. Se puede leer en
línea en: http://wikipuebla.poblanerias.com/chile-en-nogada/
Si ninguna de
las posibilidades antes mencionadas satisface tus intereses o aclara el dilema
de los chiles en nogada, quedas invitado a realizar tú mismo la investigación,
de preferencia en las fuentes primarias, que no mienten. ¿Cuáles son esas
fuentes?
Primero que nada debe aceptarse que no existe tal cosa como una "receta original" de los chiles en nogada y que, aunque dulces, nunca fueron un postre. En general la búsqueda histórica de la gastronomía se hace en literatura contemporánea al objeto investigado (novelas, poemas, canciones, periódicos) y en recetarios
antiguos (los hay a partir del siglo XVII y hasta el XIX, si la idea es
contextualizarlos en tiempos de Iturbide), muchos de ellos ya publicados por
Conaculta en su Colección de Recetarios Antiguos. También es posible recurrir a
recetarios clásicos como La cocinera
poblana o el libro de las familias, el Cocinero
Mejicano de 1831 (3 vols.) o el Nuevo
Cocinero Mexicano en forma de Diccionario de 1888 (Porrúa). Estos recetarios
nombran y proporcionan en sus páginas la fórmula de los chiles en nogada.
Existen muchos otros documentos culinarios impresos o estudiados, pero sería
ocioso buscar en ellos una receta parecida a la actual, de manera que se desaconsejan a menos que lo
que interese sean recetas aisladas como la de la salsa de nogada o el uso de
alguna especia o ingrediente de los chiles patrióticos. Intentar dar sostén al
mito de Iturbide utilizando fuentes del siglo XX es algo que tampoco tiene
sentido, pues incluso los autores más célebres contribuyeron a la construcción
del mito al repetirlo u ornamentarlo, como es el caso de Salvador Novo. De él se
afirma que dijo (sin que se sepa dónde lo habrá dicho) que “los chiles en nogada son históricos, estéticos y sabrosos”, y en su célebre libro de Cocina Mexicana sólo les dedica un par
de líneas para honrarlos pomposamente como especialidad conventual (¿?)
“coronada de rubíes”. Otro autor notable al que los gastrónomos de México suelen
recurrir (más por haber sido un gourmand
–tragón–que por cocinar o historiar la cocina, pues en verdad tenía otros
asuntos qué atender, como aspirar al Nobel de Literatura) fue Alfonso Reyes,
quien claramente sintió una notoria predilección por el mole y sólo parece
haberle dedicado un fragmento poético a los chiles en nogada, sin dotarlos en
modo alguno de historia o leyenda (conste que en esto sigo a María Elsa G.
Hernández y Martínez, pues en otros lugares -lo cual hace más sentido- la cita se le atribuye a Guadalupe
Pérez San Vicente):
“Esmaltado con granos rubí, traslucidos y
brillantes, un albo manto de nuez casi armiño cubre apenas el verde
intenso de los chiles. Al morderlos surge toda la esplendidez barroca del
picadillo envuelta en la pulpa carnosa de los chiles y se mezcla golosa,
al perfume suave de la salsa de la nogada y al sabor agridulce que
encierra como cápsula intacta, cada grano de granada”.
La decisión de creer una cosa u otra sobre los
chiles en nogada te pertenece. Tienes frente a ti un camino sencillo que
consiste en creer y reproducir las consejas sin reflexión, y otro que ofrece evidencias
pero pondrá a prueba –sin hacerte daño realmente– tus más profundas y heredadas
creencias.
apl 2019
Felicitaciones, me gusta la validación de este post al mencionar las fuentes.
ResponderBorrarAyer vi unos con una crema rosa!!! EWWW... en algun puebleque del estado de Morelos.
ResponderBorrarGracias nuevamente Alberto, de los artículos que relees con el tiempo y continuas encontrando conceptos nuevos.
ResponderBorrarSaludos Doctor Peralta