Debe haber sido a finales
del pasado milenio, en 1998, cuando con los poetas Alejandro Tarrab y Eugenio
Tisselli entré a la Librería El Parnaso, en Coyoacán, que era nuestra librería
en otro tiempo en el que la zona podía catalogarse como cultural y no turística,
como sucede hoy. Teníamos precupaciones propias de la gente que gusta de
aprender y acumular libros, unos buscando novedades y otro más, como yo, aún
queriendo beber de fuentes clásicas. Yo recuerdo perfectamente haber entrado en
persecución de algún libro de Julio Cortázar y haber visto (con anhelo) una
pila de gruesos volúmenes blancos de Toda
la Obra de Juan Rulfo en la edición de Archivos, que tuve que dejar pasar
por tener un precio inaccesible. Me es difícil pensar en qué buscaban Tarrab y
Tisselli, siempre a la vanguardia, pero de lo que sí me acuerdo es que los tres
coincidimos en saludar a un personaje que se alojaba en el incómodo hueco triangular
que formaba la parte baja de la escalera, lugar usualmente inútil que, sin
embargo, era el sitio de trabajo de uno de los mejores libreros que yo haya
conocido. Ahí estaba él, diríase que agachado frente a su computadora, como inspirando a un futuro Harry
Potter pero entre pilas de libros retractilados y con alguna
lectura en la mano. Edgar Krauss era mi compañero en la Escuela Nacional de Antropología
y de alguna manera era también conocido de mis dos amigos poetas. Es posible
que Tarrab le haya preguntado por algún libro en específico que sólo él hubiera
podido encontrar en la estantería, pero creo que lo que sucedió tras ver los textos que íbamos a comprar es que le dieron ganas de hacernos un bien, por lo que nos
preguntó “¿ya leyeron Seda, de Baricco?”. La respuesta unánime fue no, y estoy seguro que por dentro los
tres nos preguntábamos “¿quién será ese tal Baricco?”. Edgar nos llevó a la mesa de Anagrama,
una editorial más o menos recién llegada a México que tenía cierta celebridad por
publicar a los iconos de la Beat Generation
y por sus infames traducciones repletas de slang ibérico que lamentablemente se mantienen
hasta hoy. Naturalmente no desestimamos la recomendación y nos llevamos a casa
por lo menos dos ejemplares de Seda. Yo
recuerdo haber quedado perplejo por la capacidad narrativa de Baricco, cuya
brevedad y contundencia eran pura poesía. En meses y años siguientes leí también
Novecento, City, Océano Mar, Mr. Gwynn, Sin
Sangre, Emaús… y me perdí varios más que seguro un día van a llegar. Todo
en Baricco era para mi literatura, hasta que en 2018 publicó The Game.
El más reciente libro de
Alessandro Baricco es, extrañamente (aunque hubo un previo, Los bárbaros) un divertido y reflexivo ensayo sobre tecnología.
Uno en el que se pregunta y se responde cosas que hoy pertenecen a la cotidianidad
y que confrontan a lector –si no en realidad lo fuerzan– con los miedos de este nuevo
milenio, provocados en buena parte por la velocidad vertiginosa con que se
generan y transmiten actualmente los acontecimientos, nuestra capacidad mediática
de “saber” lo que sucede en el mundo y la imperiosa instantaneidad que la vida
moderna nos impone. ¿Nos la impone, realmente? ¿somos acaso víctimas de un imparable
streaming, de mareas que somos
incapaces de controlar o evitar? ¿somos basura flotante en el océano mediático
o capitanes de navío, capaces y conscientes? ¿se nos impuso una tecnología
invasiva y los cambios que se han operado en nuestro concepto de humanidad son
consecuencia del accionar de una mente maestra, o fue nuestra necesidad de
escapar de un mundo limitado y lineal lo que dio pie al nacimiento y ejercicio
de lo tecnológico hipertextual, multidimensional en el que hoy nos movemos como
peces en el mar?
Las anteriores son
preguntas que se han hecho, mucho antes que Baricco, estudiosos de las
ciencias computacionales, sociólogos, filósofos y empresarios de nivel
mundial, por lo que quizás no representan una gran novedad. El acierto de Baricco
es presentar a los neófitos esas ideas desde la visión de un escritor por medio de una versión literaria
(de repente odiosamente didáctica) y sacudidora de lo que nos está sucediendo
como especie en estos albores del siglo XXI. ¿De qué mundo o versión del mundo –impuesta,
claro– querían escapar quienes sentaron las bases teóricas de internet, de la
aldea global, de la intertexualidad y el derrumbe de las fronteras
(Berners-Lee, McLuhan, Eco y Augé)? ¿estaban estos visionarios conscientes de
los escenarios que provocarían sus ocurrencias, o sólo estaban hartos de lo que
veían e hicieron lo que creyeron conveniente, como gente de su tiempo? ¿Y por qué sus ideas revolucionarias,
tachadas en un principio de anárquicas, fuera de lugar y peligrosas hoy constituyen
nuestra más viva realidad en la copia digital del mundo que hemos ayudado a construir
en las últimas décadas (con Gates, Jobs, Bezos, Zuckerberg y Page)?
Y la pregunta final…
¿Hacia dónde se dirige esta humanidad aumentada,
inmersa ya en este juego que se ha planteado tras las recientes revoluciones mental
y tecnológica?. Eso es para Baricco The
Game, algo para lo que más vale estar preparados y conscientes.
Aún con la espantosa traducción
de Anagrama, no te lo pierdas.
Baricco, Alessandro
(2018). The Game, España: Anagrama.
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